sábado, octubre 24, 2009

...

Un segundo lleno de tensión, nuestras miradas se callan, nuestras bocas se evitan. Nuestras cabezas intentan evadir la atención de ese ojo de huracán que en ese instante se crea y gira en torno a los dos. Ninguno quiere volver al tema, pero nuestas voces se escuchan desde el aire. Una tormenta de cosas sin decir cae sobre la mesa que nos separa.

Tus ojos se enrojecen, los míos se inundan. Dichoso el impulso que me lleva a besar tus labios temblorosos, llenos de emoción...

En un segundo, el silencio te grita lo que yo no me atrevo a decirte...

Te quiero... pero tengo que irme.

Adiós.

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