lunes, abril 19, 2010

Con el tiempo, uno aprende - Jorge Luis Borges


Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma, y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender... Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes... y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad. Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores. Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende. Y aprende... y con cada día aprende. Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado. Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas. Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla. Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas. Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida. Con el tiempo aprendes que disculpar lo hace cualquiera, pero perdonar es sólo de almas grandes. Con el tiempo comprendes que aunque seas feliz con tus amigos, algún día llorarás por aquellos que dejaste ir. Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible. Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios multiplicados al cuadrado. Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado incierto para hacer planes. Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperabas. Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante. Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado. Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, ante una tumba, ya no tiene sentido. Pero desafortunadamente, sólo con el tiempo... Aprovecha tu tiempo.

domingo, abril 18, 2010

Basado en hechos reales...

"Pasamos aproximadamente 1 mes de nuestras vidas esperando en los semáforos" 


No es un dato áltamente relevante, lo único que pone en evidencia es la cantidad de tiempo que dejamos pasar a nuestro alrededor; que derrochamos; que echamos tontamente y lo amontonamos en el infinito saco de momentos olvidados. Son esos momentos que forman parte de la inconsciencia, a los que no damos importancia.
Si alguna vez tuviéramos que hacer inventario de ellos, muy probablemente nunca acabaríamos. Con total seguridad, sumarían mucho mas de 1 mes, incluso, me atrevería a decir que podríamos contar unos cuantos años de nuestras vidas transcurridos de forma inconsciente, aunque, también es cierto, que gran parte de esta suma es inevitable.

Otras veces administramos el tiempo de manera errónea, nos equivocamos al dedicar nuestro crono a diversas situaciones, emociones, sentimientos o, incluso, personas. Cuando nos hayamos inmersamente enzarzados con, o contra alguno de estos motivos, nos cuesta creer que las horas pasan y solemos entrar en un estado de inconsciencia, en el que las horas transcurren, sí, pero pesan. Es un estado parecido al momento de esperar en el semáforo. Pero, entre estos dos momentos, existe una abismal diferencia que estriba en que unos entran en el llamado "saco del olvido", y otros no, a pesar de nuestros intentos.
El tiempo pasa. No nos damos cuenta, pero hay cosas que nunca pueden olvidarse, ni borrarse.

Mientras estás en ese estado de vigilia, parece que vives todo como en tercera persona y, aunque te estén "pegando una ostia", parece que el dolor permanece inerte sobre tí. Como cuando abrigas tus manos con guantes y no puedes sentir del todo la yema de tus dedos.

De repente, llega el día en que despiertas de esa vigilia. El momento en el que despierta tu consciencia, miras hacia atrás y descubres que no fueron unas horas, ni unos días lo que dejaste pasar, sino muchos meses, muchos momentos, muchas cosas que pasaron sin querer, sin darte cuenta; pero que se han fosilizado en tí, y descubres que se han diluido en tu personalidad, que han modificado tu propio código de conducta y, que incluso, ahora mismo se encuentran condicionando tu día a día.
Entonces te haces unas cuantas preguntas estúpidas... ¿Cómo coño dejé pasar tanto tiempo? o... ¿Cómo cojones he llegado hasta aquí?


Pero el tiempo puede fraccionarse en infinitos trozos, y seguro que entre todos esos momentos transcurridos inconscientemente, existen muchas fracciones distintas que pueden ser muy buenas, muy malas o intermedias para ambos opuestos. Cuando empiezas a despertar, evidentemente, las malas o muy malas pesan sobre sus adversas, y te hundes en pensamientos negativos.
Pienso que es imprescindible ponderar estas fracciones temporales ya vividas, pero hacerlo de forma invertida es un verdadero error. Las cosas malas pesan y deben pesar, pero al fin y al cabo, deben terminar hundiéndose, dejando flotar y aflorar lo bueno, lo mejor. Lo correcto es ponderar con más valor las mejores fracciones, que, hablando (o escribiendo) de manera más entendible, se tratan de los mejores momentos.

De esta manera, le devuelves utilidad a ese tiempo de navegación sin rumbo. Dejas que sean ese sentimiento, situación, emoción o persona las que te llenen y marquen positivamente tu reloj, impidiendo que sean los malos recuerdos los que te gobiernen. Aprendes a administrar y valorar el tiempo, que deja de transcurrir en vano y comienza a correr a tu favor permitiéndote disfrutarlo, ayudándote a ser feliz.


Es entonces cuando aprendes a ser rico sin tener nada dinero.
 Y miras al reloj y de repente ayer fue hoy, y hoy es mañana...

jueves, abril 01, 2010

Viaje en paralelo...

Necesito tranquilizarme, respirar profundamente… Borrar de mi cabeza multitud de cosas innecesarias, absorber la tranquilidad que emana de esta plácida tarde de sol. La brisa del aire golpea lentamente en mi cara, el sonido de algún pájaro revoloteando por el alrededor se cuela en mi mente. El ritmo de mi respiración se coordina con el que la naturaleza va marcando de forma aleatoriamente perfecta, mi pecho se mueve en sintonía. Comienzo a respirar un olor distinto a mi alrededor, cada uno de mis sentidos cobra una mágica atención sobre mí. Adoro este momento. Estoy llegando al final del viaje…

Pero de manera espontánea, el carril por el que se deslizaba mi vagón hacia el ensueño, comienza a hacer un estridente sonido, las ruedas empiezan a chirriar derramando en mis oídos aire lleno de ruido, una sombra negra que no lleva más que desasosiego, desesperación y tristeza… Las ideas de calma explotan en mi cabeza, cual pompa de agua choca violentamente contra las manos de un niño pequeño. La tormenta borra al sol del cielo, inunda de nubes el paisaje… Los sentidos se tornan ariscos, mi nariz se entumece a causa de la falta de oxígeno, una tos ahogada domina mi cuerpo. El tren se para, no puede seguir, su combustible se ha agotado, y su rumbo se ha descarrilado. Ahora tiene que volver a encontrar la vía hacia un nuevo paisaje despejado, volver a encontrar una nueva fuente de energia, y esta vez que no contamine…