Suena el reloj, los segundos pasan y al otro lado de mi cama sigue habitando un gélido ente vacío, que no arropa, que no calma, que no duerme, ni deja descansar; que agoniza la espera del amanecer, que hace que la aguja de los segundos pese en mi interior...
Suenan mis latidos, estoy sola y siento miedo. Pero el vacío no calma, no me sirve de nada. Y sigo esperando sentirte...
Sigo esperando...
Suena el despertador, ya ha amanecido. Hoy es un nuevo día, pero nada ha cambiado, o mejor dicho, ya nada volverá a ser como antes. Porque sigo sola, esperando a que amanezca.
Porque ya hace tiempo que se hizo de noche...
Y sigo esperando, aunque haga frío...
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