Se me podrían ocurrir muchas cosas para desear en este año nuevo. Muchas formas de felicitar, ingeniosas y con rima. Pero no lo voy a hacer.
Voy a recurrir a lo típico, a lo llano y a lo sencillo.
Yo voy a recurrir al clásico Feliz Año Nuevo.
Pero lo hago parándome en una pequeña observación. Y esque en este momento que estoy escribiendo esto, me vienen a la cabeza la cantidad de personas, familias y no familias, novios, amigos, y gente que en definitiva tiene la costumbre de elegir esta noche del año para juntarse a pasar un rato juntos entre risas, y que en este preciso instante, están preparando la cena, la mesa, organizandolo todo, o simplemente con el movil en la mano intentando inventarse la más ingeniosa o creativa felicitación para enviarsela al chorro de números que encuentre en su agenda.
No me olvido, en absoluto, de toda aquella gente que está ultimando la compra de la cena en alguna cola del supermercado, ni tampoco de quien a última hora, le han desaparecido todos los planes.
De alguna manera todos nos incluimos en alguno de estos casos, por lo que, a todos ellos y a todos los que me faltan por nombrar, debo desearles un típico Feliz Año Nuevo. Sin rimas, sin chistes verdes, sin duendecillos, ni brujas de por medio. Feliz Año Nuevo a Todos y Todas, y que toda nuestra imaginación desemboque en inventarnos una manera de vivir mejor en el próximo año, y nuestra memoria no solo repare en la gente de nuestra agenda del movil, sino que lo haga a lo largo de todo el año con toda nuestra gente. Esas personas, familias y no familias, novios, amigos, y gente que en definitiva tenemos costumbre de conocer.
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